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¿La LOMCE nos ahoga?

Después de escuchar a muchas personas valorar el estrés que generan los contenidos de la Ley Orgánica 8/2013 de 9 de diciembre de Mejora para la calidad esducativa, LOMCE, me planteo si realmente sólo podemos quejarnos y aplicar los contenidos sin una base metodológica o realmente podemos hacer algo más que crítica.

 

Yo soy la primera que criticó esta nueva ley y se posicionó claramente en contra antes de ser publicada. Y, a día de hoy, sigo pensando que por ampliar los contenidos en una ley no hacemos a los niños más inteligentes. Realmente hay contenidos en esta ley que no están adecuados a la maduración de gran parte de nuestro alumnado y el currículum es realmente desmotivante visto tal cual está planteado.

 

Ahora bien, también me planteo si usando metodologías activas, integrando las TIC y modificando aquellas clases aburridas donde el profesor habla y habla y el alumnado se desmotiva y se aburre, no sería un poco más sencillo cumplir con el currículum y conseguir los objetivos propuestos.

 

Si olvidamos el concepto de que todo educador debe guardar un millón de contenidos en la cabeza del alumnado como si fueran pequeñas memorias usb con patas, igual abriríamos un espacio al diálogo, a la reflexión y dejaríamos atrás el estrés que genera la sensación de tener suficiente tiempo para dar todo el temario.

 

En mi opinión seguimos trabajando con el concepto de que el libro de texto es una especie de semi-divinidad al que uno debe seguir y proteger porque se siente más cómodo, porque pertece a nuestra zona de confort o porque ni siquiera nos hemos planteado cómo realizar las clases de otra manera.

 

Pero hay que abrir los ojos. Hay un mundo ahí fuera. Tenemos unos alumnos nativos digitales que en un segundo pueden acceder a millones de informaciones. No necesitan memorizarlas, necesitan aprender a comprenderlas y a analizarlas. Y ahí entramos nosotros, para ayudarles en ese camino.

 

La LOMCE plantea un sinfín de contenidos, pero por más que la leo y la releo, no encuentro dónde pone que todos deban ser memorizados y repetidos como robots. Por ejemplo, en mis clases de francés no enseño gramática implícita y aún así, mis alumnos son capaces de plantearme cuestiones gramáticas cuando no saben construir una oración para comunicar algo. Al final lo terminan aprendiendo desde la necesidad y no desde la imposición, por lo que me ahorro muchísimo tiempo en ejemplificar y crear necesidades que no tienen.

 

Entonces, ¿La LOMCE nos asfixia o nos ahogamos solitos?